sábado, agosto 13, 2011

Lake Shore Trial


























Cuando estaba eligiendo la que sería mi pieza durante mis últimos 2 meses en Chicago, lo único que me importaba era que tuviera vista al lago. Un año antes, ya había descubierto lo desagradable que era despertase encandilado con el sol en los ojos, cuando éste se dignaba a salir del lago. También sabía que lo mejor del verano en Chicago estaría lejos de mi si me volvía a Hyde Park. Con sentimientos encontrados, hice mis maletas, me despedí de mi humilde departamento de estudiante frente al “frijol” y me vine a disfrutar mi nueva vista.




Creo que lo que más extrañaré de Chicago (a parte de mis amigos), es la pista para correr y andar en bici que rodea el lago Michigan. Desde que volví a Hyde Park todos los días me pasó un buen rato ahí, ya sea corriendo, andado en bici, sentada contemplando el lago, o simplemente mirándolo desde mi ventana. Es un camino increíble que nadie sabe dónde empieza y ni si quiera sospecho donde puede terminar. Dicen que son como19 millas, pero prefiero pensar que llega hasta el infinito o al menos hasta Canadá. A cualquier hora y con cualquier clima hay gente corriendo o andando en bici por ahí. En invierno hasta en los peores días de frío se podían ver encapuchados aperrados luchando contra el viento para poder avanzar. Ahora en verano, se ven otros locos empapados con la humedad y los treinta y tanto grados que hay desde las 6 de la mañana. Yo soy uno de esos dementes que disfruta recorriendo ese camino con sol, con nieve, con lluvia y últimamente con luna. A lo largo del camino, obviamente ya tengo mi lugar preferido. Siempre paso un poco más lento por ahí, despegando los ojos del suelo y contemplando sonriente el paisaje que me saluda. Hace poco me detuve por primera vez ahí y recién ahí me di cuenta de todo lo que me había estado perdiendo. Afortunadamente aún me quedan un par días por acá para aprovecharlo al máximo.