miércoles, junio 11, 2008

Todas las mañanas



Todas las mañanas es lo mismo, aunque algunas veces es peor. Suena la poco agradable música del celular (sólo hay 3 terribles melodías disponibles como despertador), mi única neurona despierta recuerda apagarlo de tal forma que vuelva a sonar en 5 minutos más. Sólo 5 minutos de un sueño instantáneamente profundo. Vuelve a sonar, ahora son dos las neuronas despiertas que aprietan el botón nuevamente e imaginan excusas para poder seguir durmiendo… entre la lucha de ojos abiertos-ojos cerrados-ojos abiertos prendo la tele. Escucho al tipo del tiempo hablando cosas poco interesantes, vuelvo a soñar hasta que la melodía hace lo suyo. Ahora ya está Iván Valenzuela al habla, leyendo los titulares del diario que quedan en mi subconsciente.
En mi lucha, recuerdo las pocas horas que dormí y, como todos los días me comprometo, a esta vez llegar directo a casa después de clases, en comer algo y acostarme de inmediato. Pienso en devolver la tv a su lugar y no quedarme pegada viendo nada u otro capítulo de doctor house… me vuelvo a cuestionar por qué lo veo a esas horas, perfectamente podría verlo el fin de semana, incluso los viernes… en fin, vuelve a sonar el celular… y yo pegada viendo a Valenzuela mover lo labios. Si bien, en este canal y en todos los demás, hay un ícono del tiempo que muestra sol, nubes y/o lluvia junto con las temperaturas extremas…, no me levantaré hasta que el tipo del tiempo diga cómo será el día… una pésima excusa, pues el atuendo escogido no cambia más que en el abrigo que me acompañará, pero siempre funciona.
Pasan lo minutos y cada vez queda menos tiempo para salir de la casa… y comienza la carrera torpe de las mañanas donde tropiezo con casi todo, pero finalmente lo logro…
Una vez fuera mi casa, todo cambia, me despierto con el frío mañanero y camino feliz por las calles aún vacías, recordando que me encanta estar ahí, cuando la mitad de santiago aún duerme. Olvido el trauma de levantarme, casi como las madres se olvidan del trauma de parir… me enchufo los audífonos y sólo me queda disfrutar del frío amanecer y ese submundo callejero que pocos conocemos.
Obviamente regreso nuevamente tarde a mi hogar y sólo recuerdo esta tortura cuando al apagar la luz calculo las pocas horas que me quedan para dormir…

1 comentario:

socióblogo dijo...

Las melodías que he usado como despertador siempre han terminado produciéndome malestar. Ahora uso la canción de Super Mario Bros. y es la que más me ha durado, todavía no la odio.