Terminado mi primer trimestre en Chicago, aproveché una ventanita de 3 semanas de vacaciones para venir a conocer cómo viven mis amigos de la costa oeste de US. A las 4 am, antes de subirme al metro miré el termómetro del edificio que decía 5* farenheit, aún no imaginaba que eso equivalía a menos 15 grados celsius, pero si cachaba que hacía un frío del demonio.
De avión, me tocó literalmente una micro con alas, chico chico. Eran solo 2 columnas con asientos de a 2 divididos por un pasillo en que habría sido imposible moverse para un gringo gordo promedio. Del viaje no caché nada, exhausta por mi primer trimestre, las pocas horas de sueño y el frío, cerré los ojos y desperté casi cuando aterrizamos. Mi compañero de asiento, un mormón, estaba desilucionado de no haber podido usar todas las horas de vuelo para convertirme.
Aterricé en oakland, y ya mirando por la ventana se notaba que estaba en otro lado mucho más parecido a mi chilito y donde el sol no sólo ilumina la ciudad, sino que también calienta.
Afuera del aeropuerto, mis amigos ya me estaban esperando y así di por inauguradas mis vacaciones...
martes, diciembre 15, 2009
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario