viernes, febrero 20, 2009

Clermont Ferrand


No es mucho lo que puedo decir del Festival International du Court Métrage à Clermont-Ferrand. De Clermont Ferrand sólo conocí la estación de trenes, donde pasé 2 frías horas, caminado cerca de una pared caliente esperando que pasaran por mi, un departamento y el local donde hicieron la fiesta de clausura. Llegué de noche y me fui temprano cuando aún estaba oscuro, por lo que todo lo que sé, lo se por rumores y por las postales que me entretuve viendo durante mis primeros 5 minutos de espera.
Según dicen, la ciudad era bien bonita, un poco fome quizás, pero durante esa primera semana de febrero se llena de todo tipo de gente para ver los mejores cortos seleccionados de los más variados países. Dan cortometrajes durante todo el día, uno después de lo otro en salas gigantes y repletas de personas. De Chile, sólo clasficó 1 corto - Vestido- que se fue ganando la simpatía del público y miles de aplausos.
Yo llegué justo la última noche a la gran fiesta de clausura que prometía ser como la de años anteriores: excelente música, con abundante comida y copete para todos gratis, obvio... lamentablemente la crisis económica golpeó hasta a los festivales de cortos y este año el presupuesto sólo alcanzó para stand de cerveza cara y música... relativamente buena. Había una banda con trompetas que tocaba música tipo kustirika, pero la gente no prendía. Más bien se entretenían haciendo lobby, persiguiendo a productores, directores, financista, no sé bien a quiénes perseguían. La gente, como siempre en esos ambientes era bastante particular. Como la noche anterior había dormido casi nada, mis pies no respondían y menos lograba moverlos al son de la música, asi qué mejor me dediqué a enfocar mi vista en la pista de baile tratando de no cerrar lo ojos. Entre las luces detecté a la mujer pequeña que trataba de no ser aplastada mientras caminaba; las señoritas leopardo: madre e hija de 50 y 70 años respectivamente que luego supe que habían estado vestidas durante todo el festival de leopardo (la misma ropa toda la semana); elvis que danzaba pelo en pecho con camisa abierta y peinado de elvis; el lobbo y su hijo: padre e hijo de 28 y 60 años carreteando y joteando juntos y bailarines excéntricos para el mundo...
Eso fue Clermont Ferrand, ahora espero con ansias los días para ir al festival de Rumanía.

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