martes, febrero 24, 2009

Viajar

Me encanta viajar! Pero no sólo el hecho de conocer lugares nuevos, o volver a otros conocidos, me gusta eso de moverme de un lugar a otro. Me encanta por ejemplo subirme a mi bicicleta y avanzar y llegar a otro lugar. Por lo mismo, las bicicletas estáticas son para mi como un castigo, nada más fome que pedalear sin avanzar, le quita al escencia a las bicicletas. De la misma manera que me gusta sentir como avanzo con mi bicicleta, disfruto viajando en bus o en tren. Me encanta sentarme en la ventana e ir mirando como cambia el paisaje, en silencio o con música en los oídos. Me relajo, apoyo mi cabeza en la ventana y de pronto dejo de ver, ya los árboles se ven más lejanos y aparecen imágenes del pasado cercano y lejano, conversaciones, me imagino el futuro y vuelvo a concentrarme en los árboles que van quedando atrás. Mi rápida vida de Santiago no se sube al tren conmigo y sólo se siente la calma y se tiene el tiempo para pensar y soñar despierta. Como con tanto relajo y con el movimiento y sonido somnífero del tren o bus, suelo quedarme dormida, me gustan los viajes largos, en los que puedo dormir y soñar por la ventana. En general la gente no lo entiende, y ve los viajes largos como una gran tortura, pero a mi me gustan. Disfruté las 50 horas en bus de Brasil a Chile y las miles que nos tocaron viajar en tren en la India.....
Una cosa es viajar en tren, o en bus y otra muy distinta, en avión... nada más fome que viajar en avión. Hay personas que le encanta, el sólo hecho de llegar al aeropuerto los pone felices... personalmente lo encuentro una lata. No me gusta el ruido de los aviones, las ventanas pequeñas, los asientos chicos, el que el paisaje no cambie y que de noche no se vean las estrellas. Es un poco como estar en una sala de espera, esperando que pasen las chiquillas con la comida o que el avión aterrice.
Por eso (también), disfruté las como 15 horas de viaje en tren y bus desde Clermont Ferrant hasta Florencia. Partimos temprano, sin mucho desayuno y habiendo dormido nuevamente poquísimas horas, en un tren lleno de gente y de niños que no se podían sus maletas. Pese al sueño y a mis ganas de concentrarme en el paisaje, conversé practicamente todo el camino y feliz... Luego nos cambiamos a un bus bkn, bastante vacío y con ventanales gigantes, donde sin dejar de hablar puede ver como en el lado francés, la lluvia torrencial fue convirtiéndose en nieve y nevaba y nevaba como locos. Tapando árboles, caminos, todo. Muy lindo. Pasado el tunel que separa Francia e Italia, nos encontramos con un sol primaveral, un cielo azul y nieve.... lindo viaje. Fue un excelente viaje, memorable, en el que con suerte no quise cerrar los ojos más que para pestañear, pues no quería perderme lo que estaba sucediendo.
Al final del viaje, Ori Ori nos esperaba en la estación y ya habíamos llegado a Florencia.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy bien tamy asi debe ser disfrutar cada instante
Me da mucho gusto leer tus impresiones. Recibe un gran abrazote
tu fan