lunes, septiembre 10, 2007

Reflexiones sobre un avión


Sigo sobre el avión. Aún me queda un cambio de avión para llegar al bus que me llevará a mi hotel de lujo (espero). No sé cuántas horas llevo sentada, pero en total, cuando termine este día, debería tener 29 horas de vuelo en mi currículo y un total de 34 horas de viaje.
Primera vez que estoy tantas horas en un avión. Primera vez que viajo al futuro y tan lejos. Primera vez también que estaré con tantas horas de diferencia con mi lugar de referencia. Lo más parecido fue cuando desde Alemania, tratábamos de mantenernos conectados con el que era mi pololo, quien estaba de intercambio en Canadá. No recuerdo cuántas horas de diferencia nos separaban, pero si que sólo podíamos hablar algunos días, sólo cuando sus clases y mis horas de sueño lo permitían. Si bien él era mi tiempo de referencia, pues muy pocas veces me preocupé de saber la hora chilena, la diferencia horaria sólo me generaba impotencia o tristeza, pero no estas confusiones existenciales sumadas a esta sensación de jet lack.
Todas estas horas sobre un avión, hasta ahora, no han sido tan terribles. En lan me entretuve viendo miles de películas y conversando con el australiano que estaba a mi lado. Además, me encontré con un amigo que me entusiasmó con la idea de, a la vuelta, tratar de acompañarlos unos días en Sydney. La idea suena bien, sobre todo para amortizar un poco estas horas de viaje.
Como dato freak, anoche descubrí que existe una línea del cambio de día. Una vez pasada, uno se salta o retrocede un día, cual línea del tiempo. La sensación de jet lack es extraña, son las 1 de la mañana en chile, ni idea qué hora es acá, pero hay un sol radiante. Y, a pesar de haber dormido harto sobre estos aviones, mis ojos me pesan y siento como si hubiese tenido un carrete muy desordenado la noche anterior.
Ahora, en air korea, me entretuve preparando la presentación, razón de mi viaje. No le tenía mucha fe a esta línea aérea, pero, si hago vista gorda a las películas coreanas del año uno que están dando, y enfoco la atención de las aeromozas.. ha sido notable. Andan vestidas de chinitas, y caminan hacia atrás y medias agachadas. Me han dado miles de litros de agua, te y otros. Recién terminé de comer mi primera comida coreana, más bien, lo que me tincó de ella. Lamentablemente, si bien ellas hacen el esfuerzo de hablarme en inglés, no entiendo nada de lo que me dicen. Estoy presintiendo que me pasará lo mismo en las exposiciones de mañana.
El avión es gigante y está bastante vacío. Tengo la suerte de tener 2 asientos para mi.
Con estas largas horas en silencio, sólo me puedo entretener pensando o recordando…y en eso se me vino a la mente cuando tuve que regresar sola desde brasil a santiago. Fueron 50 horas en bus, y no cualquier bus… era tipo tur bus tradicional, esos que van a viña. En esa ocasión también viajaba sola, pues mientras mis amigos siguieron con la travesía, yo tuve que regresar a entregar mi tesis. Como la suerte andaba de mi lado, éramos 6 o 7 los pasajeros de todo el bus. En esas 50 horas obviamente todos nos hicimos amigos, cada uno se adueñó de 6 asientos y nos pasamos conversando de un territorio a otro. Aproveché esas miles de horas para revisar mi tesis, y finalmente entregar su versión final. Por lo mismo no fue tan terrible ese viaje. Además, es bastante más entretenido viajar en bus que en avión. Por lo menos uno se entretiene mirando por la ventana.
En fin, le queda poca batería a mi laptop, y aún bastantes horas para llegar a destino final. Reconozco estar un poco nerviosa con el asunto. No con las horas de vuelo, sino que con volver a enfrentarme a un país con letras distintas, horas distintas, días distintos y gente hablando un inglés poco entendible. Si bien esta vez se supone me están esperando con cartelito en el aeropuerto y tengo una pieza en un hotel lista para mi, igual nerviosa por este viaje sola.

No hay comentarios.: